El verano agoniza largamente a la espera del otoño que remolonea sin atreverse a tomar posesión de su tiempo. Días pesados, con el sol alejándose cada día pero sin traba ninguna para seguir mandando su calor. Eclipse en la luna llena y en la calle desesperanzas e incertidumbres. Añoro el verano, lejos de la ciudad, con olores de romero y pino y largos mediodías locos de cigarras. Añoro el tiempo que transcurre lento y la gente que no tiene prisa cuando se cruza contigo y te saluda porque tiene tiempo para verte, porque eres más importante tú que su reloj.
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